Seamos sinceros: probablemente te hayas hecho esta pregunta (sí, probablemente más de una vez) cuando los ojos de tu hijo están pegados a su iPad y tu salón parece una convención tecnológica de bajo perfil. El parloteo sobre el tiempo frente a la pantalla y el desarrollo infantil no se ha calmado precisamente. Padres, profesores, incluso esa tía que nunca contesta: todo el mundo parece tener una opinión. Pero en el fondo, hay una preocupación real: ¿y si todo esto de desplazarse, deslizar el dedo y ver YouTub está formando a nuestros hijos de una manera que no habíamos previsto? Los dispositivos están por todas partes. Y, sinceramente, ¿equilibrar los ajetreados días de trabajo, el caos extraescolar y mantener entretenidos a los pequeños? A veces, entregar la tableta parece la única manera de terminar la cena. Pero, ¿es inofensivo? ¿O nos estamos perdiendo algo más importante sobre cómo se acumulan todos esos momentos digitales? Deja que te explique lo que dicen la ciencia y los pediatras.
Las pantallas no se limitan a mantener a los niños callados mientras usted responde al correo electrónico o prepara la cena. Pueden afectar a casi todos los aspectos del crecimiento de un niño, desde sus rutinas nocturnas hasta sus amistades en el patio de recreo. Aunque no hay una gran señal de alarma, los pequeños cambios pueden aparecer cuando los dispositivos empiezan a dominar. Veamos algunas áreas clave:
Los niños y el sueño pueden ser una lucha en los mejores días. Si añadimos las pantallas, el descanso de calidad puede caer en picado. ¿Toda esa luz azul brillante de tabletas, teléfonos y televisores? No solo es perjudicial para los ojos, sino que altera la melatonina, la hormona del sueño. Por lo general, esto significa que la hora de acostarse puede alargarse y que los niños no se duermen tan fácilmente o no descansan tan profundamente como deberían. ¿Dormir menos? Bueno, todos sabemos que eso conlleva más mal humor, mañanas más duras y, a veces, incluso dificultades en el colegio. A veces parece un círculo vicioso: las pantallas calman a los niños antes de dormir, pero el sueño se resiente.
Aquí es donde las cosas se complican un poco. Puede que leas en un estudio que las pantallas arruinan las habilidades sociales; en otro, que los chats de vídeo y los juegos cooperativos ayudan a los niños a relacionarse. ¿La verdad? Depende. Ver vídeos sin pensar o jugar en solitario durante horas no es bueno para aprender a trabajar en equipo o a interpretar los sentimientos. Pero, por otro lado, los juegos creativos y los mensajes pueden unir a los amigos, especialmente para los niños que necesitan un poco de ayuda para empezar a relacionarse. No todo el tiempo frente a la pantalla es igual, ¿y un mensaje de voz de cinco minutos a la abuela? Es mucho mejor que un sinfín de clips tontos.
¿Alguna vez ha intentado quitarle la tableta a su hijo para que pueda salir a la calle y ha oído un suspiro dramático: "Pero si ya casi he terminado"? Las pantallas tienden a mantener a los niños quietos, cuando en realidad sus cuerpos están diseñados para moverse. No se trata sólo de estirar las piernecitas; el ejercicio regular favorece la salud cerebral, mejora el humor y la concentración. No se trata de prohibir por completo las pantallas, sino de asegurarse de que no dejen de lado los entrenamientos de fútbol, los paseos en bici o simplemente correr como locos por el parque. (Sinceramente, ¿a quién no le gustan los zapatos llenos de barro y las manchas de hierba de vez en cuando?)
¿Sabes una cosa? No hay un número mágico grabado en la frente de todos los niños. Pero tanto la Academia Americana de Pediatría (AAP) como la Organización Mundial de la Salud (OMS ) están de acuerdo: para los niños menores de 18 meses, lo mejor es prescindir por completo de las pantallas, salvo para chatear un rato con la familia. En el caso de los niños pequeños, es mejor que sean breves y amables, y que los adultos se unan a ellos. Piensa en ello como "co-visión", no como "ve a ocuparte mientras yo también navego en mi teléfono". ¿Preescolares? Quizá hasta una hora de programas o aplicaciones de alta calidad. Pero hablemos claro: cada familia es diferente. Confía en tu criterio y, en caso de duda, consulta a tu pediatra.
Vale, has decidido que quieres reducir o al menos controlar el uso de las pantallas. ¿Por dónde empezar? He aquí un puñado de maneras de que los padres de verdad mantengan las cosas estables, sin convertirse en la Policía del Teléfono (nadie quiere ese trabajo):
Los niños quieren estructura, aunque pongan los ojos en blanco. Deja claros los límites de la pantalla: los días laborables son para los deberes y los fines de semana para los dibujos animados, o pon un temporizador. Las normas funcionan mejor cuando todo el mundo está de acuerdo y tú las cumples (sí, es más fácil decirlo que hacerlo).
No todas las pantallas son iguales. Algunos programas o juegos enseñan cosas de verdad, como los números, las letras o el trabajo en equipo. Elige programas que te apetezca ver con tu hijo y procura acompañarle de vez en cuando. Créeme, te sorprenderá lo que aprenderéis los dos con un buen documental sobre la naturaleza.
Aquí es donde más importa equilibrar las cosas. Si Minecraft empieza a ganar terreno al fútbol en el parque o a las fiestas de cumpleaños, es hora de dar un empujoncito. Fomenta actividades que no necesiten enchufe: la lectura, el dibujo y el deporte cuentan. ¿Una clase semanal de fútbol? Eso no es sólo hacer ejercicio, es aprender a jugar limpio, hacer amigos y sacudirse una racha de derrotas.
A veces, necesitas refuerzos. Los controles parentales pueden bloquear contenidos dudosos y vigilar lo que tus hijos ven y hacen en Internet. Casi todos los dispositivos vienen con ajustes integrados, y no hace falta tener un título técnico para configurarlos.
Que sea una norma de la casa: las pantallas se apagan antes que los niños. Lo mismo vale para las comidas y las reuniones familiares. Apartar los dispositivos significa que todos hablan más, mastican más despacio y quizá (solo quizá) disfruten más de las verduras.
Criar niños felices no consiste sólo en vigilar los aparatos. Piensa a grandes rasgos: el sueño, el juego al aire libre, las comidas equilibradas y dar a los niños tiempo para estar quietos, aburridos o simplemente tontos. Los paseos familiares en bicicleta o las caminatas por la tarde son tan importantes como establecer un límite diario de pantallas.
Tanto hablar de tiempo frente a la pantalla y movimiento, ¿por qué no utilizarlo como trampolín? Si tu hijo necesita más diversión offline, el fútbol es una opción brillante. (Sí, somos parciales. Pero, ¿has visto cómo persiguen un balón un grupo de niños de seis años? Pura alegría).
Busque un programa que admita todos los niveles de habilidad y que prime la diversión por encima de la competición feroz. Los mejores campamentos cuentan con entrenadores amables que ayudan a todos los niños -tímidos, habladores o de cualquier otro nivel- a sentirse incluidos. Con sedes en todo Estados Unidos, We Make Footballers ofrece un cómodo acceso a programas estructurados en entornos seguros y profesionales.
Los campamentos de fútbol no se limitan a enseñar trucos, sino que son espacios seguros en los que los niños se divierten, hacen amigos y queman la energía que les sobra. Los niños desarrollan la perseverancia, el trabajo en equipo y la confianza lejos de las pantallas. En We Make Footballers, los campamentos están diseñados para todos los niveles, ofreciendo diversión, forma física y una oportunidad de pertenecer a un grupo, tanto si su hijo sueña con ser futbolista profesional como si sólo quiere una nueva forma de jugar. El equilibrio puede parecer difícil, pero con unos suaves ajustes, su hijo puede disfrutar tanto de la tecnología como de las aventuras de la vida real, sin perder el ritmo.